Un día desperté con tantos problemas en mi cabeza, con tantas actitudes
que no eran las adecuadas, y me bañe y cambié como un robot, sin sentir
un entusiasmo por un nuevo día, por un respiro más de vida que me daba
el sol con su bienvenida matutina. Pero me fijé en detalles tan
minúsculos como los de la brisa que trae consigo un aire nuevo, algo que
te expande los pulmones. Me di cuenta de que las nubes formando un arte
inentendible daban un matiz y una textura indescriptible
a un cielo que entre gris y azules se peleaba la mirada de todos
nosotros "los de abajo"... y entonces me acordé de que ese ser, ese
artista que nos ama tanto, nos deja la herencia de su poder y
majestuosidad impregnados en miles de colores y olores, aunque a veces
nuestra imperfección nos hace olvidar los más hermoso de esta vida, que
radica en los detalles pequeños que nos hacen vivir en grande.